La contratransferencia

El pasado 18 de enero, Estela Solano inició su comentario, sobre los capítulos XII y XIII del Seminario, destacando que en estos dos capítulos se encuentra la elaboración fundamental de Lacan a cerca de la posición del analista en la transferencia, que prefigura la axiomática que va a desarrollar posteriormente, en 1968 con los cuatro discursos.

Lacan introduce aquí, en el capítulo XII, un primer planteo que nos indica no confundir el plano de la transferencia con el plano de la repetición. Aunque en el inconsciente podamos concebir que se produce un efecto de articulación de la cadena significante en términos de repetición, y que de esta articulación se puede deducir que hay efecto de transferencia, Lacan trata de distinguir de esta mera repetición algo que él introduce como efecto de creación, de algo inédito.

Esta nueva perspectiva que encuentra Lacan abre sin duda otras posibilidades al análisis: La posibilidad de hacer emerger la transferencia como pura creación, hace emerger también la posibilidad de considerar que del lado del analista debe potenciarse el poder creador de la palabra. Precisamente usar el poder creador de la palabra en el analizante, y a través de un acto potenciar esa palabra, implica una concepción de la posición del analista que tiene en cuenta la recomendación freudiana de cómo el analista no tiene que perderse ese momento único de lo que Freud llama el “salto del león”. Finalmente, el “salto del león”, es el analista que está presente en una cierta manera y que sabe engendrar la contingencia y servirse de ella para abrir una nueva vía de desciframiento del inconsciente.

Entonces, cuando Lacan privilegia aquí, en contrapartida de la transferencia como repetición, la posibilidad de enunciar hay en la transferencia un fenómeno que es pura creación, esta cuestión va a necesitar de muchos pasos después para ser desarrollada, dilucidada. Primero en la Lógica del fantasma, después en el seminario El acto del analista y más tarde en El reverso del psicoanálisis.

Seguidamente, la crítica de la contratransferencia, en el capítulo XIII, le sirve a Lacan para llevar más allá su pregunta, es un rodeo para propulsarse en la vía de resolver la paradoja lógica que da cuenta del error. Puesto que la práctica analítica que se orienta a partir de la contratransferencia refuerza la debilidad mental inherente del ser hablante; a esta posición, Lacan opone una política del deseo que trata de mantener los efectos de no sentido en un primer plano, de engendrarlos para relanzar el proceso de desciframiento del inconsciente, al punto que esos efectos de no sentido terminen por bordear el fuera de sentido fundamental que define el imposible como real.