Coronavirus y tiempos de crisis

María José es participante de la Tétrada de la Sección Clínica de Barcelona. El artículo fue producido en el contexto de la situación del COVID-19 analizada por los participantes de la Sección Clínica de Barcelona. 

  • Publicado en NODVS LVIII, juny de 2020

Resum

El presente texto analiza el concepto de crisis y su relación con el tiempo. Destaca la importancia de la reinvención, encontrar nuevas formas ante la crisis a nivel subjetivo, y sus posibles efectos en lo colectivo. Cuestiona el real de la ciencia y del psicoanálisis. A su vez, ofrece una posible lectura acerca de las relaciones de poder. 

Paraules clau

Crisis. Urgencia subjetiva. Ciencia. Verdad. Poder. Covid-19. 

La crisis tiene una relación con el tiempo. En el campo psicoanalítico, es posible hablar de crisis cuando se pone en juego la verdad subjetiva de cada uno, es decir, el inconsciente. Como bien sabemos, el inconsciente es atemporal. El tiempo permanece enteramente al sistema consciente. 

Tomando en cuenta las problemáticas actuales, es necesario hacer hincapié en que pese a que existe una inclinación por la generalización, inclusive cuando hablamos de crisis en la sociedad, a fin de cuentas, se trata de la ruptura de cada uno de nosotros que la conformamos. Se intenta abarcarlo todo, saberlo todo, controlarlo todo, pero siempre habrá algo que se escapa. Que se pierde. Para pensar una solución a la crisis que como sociedad presentamos y más allá de la que cada sujeto pueda presentar, puede ser necesario un cambio de puntuación, de sentido y de modalidad lógica. Porque es así como se podría brindar una escucha activa, distinta, sutil, en donde la lógica no es la lógica del tiempo, sino la del inconsciente. 

La crisis aparece ante una ruptura en la línea del tiempo y un acontecimiento que extrae al sujeto de su rutina, le ordena elaborar una nueva relación con lo real. Es esta relación de la crisis con el tiempo la que nos hace hablar de “momentos de crisis”1. El mundo actual apunta al sistema consciente, a las soluciones rápidas, nos deja en posición de objeto en la cual nos hace creer que debemos estar bien para consumir, pero al contrario, somos consumidos. Soluciones que buscan el bienestar porque sin él no es posible producir ni consumir. Entre las soluciones rápidas nos encontramos con la medicación psiquiátrica, la cual apunta a la eliminación de los síntomas, cuando bajo el punto de vista psicoanalítico, vendría a ser un tapón a la crisis presentada, más no una solución.

Tomando las palabras de Gil Caroz “el DSM es también una manifestación de la técnica. Desde que su tercera edición se desembarazó de toda referencia al psicoanálisis, se considera ateórico. Eso es tanto como decir que se anuncia con orgullo como martillo sin cabeza. Su clasificación se funda en una medida estadística del objeto más bien que en el saber. Nos hace creer que es el objeto mismo quien habla. Pero, justamente, el objeto no habla”2. Es justamente el sujeto quien habla, quien presenta de forma manifiesta su relación con su cuerpo, con sus pensamientos y con su angustia. Y es a esto lo que se le llama urgencia subjetiva, a estas crisis que como sujeto, con una historia particular, se encuentra con lo real, con eso que no puede poner en palabras y genera angustia. La dimensión de la urgencia y del acto pueden ser dos condiciones para que una creación sea posible, es decir, una nueva forma para el sujeto de enfrentar el mundo, aquello que le aquejaba, para que haya una modificación de posición en el sujeto, para que después no sea más como antes. Para Lacan, las urgencias son subjetivas3. Siguiendo a Caroz, podemos añadir que se producen cuando el sujeto se topa con el trauma de la lengua en tanto esta se rehúsa al sentido. La urgencia de la que se trata está del lado del sujeto, y es una urgencia de decir con el fin de superarse en su verdad4.

Tomando esta línea, podríamos analizar entonces si acaso lo que la ciencia plantea como verdad se la puede tomar como tal, si cada vez se la plantea como una verdad del presente, pasa a ser pasado y cambia en el futuro. Se la quiere creer como verdad absoluta, la que viene a completarnos, a solucionarnos, a calmarnos. La verdad es que no es verdad. Es imposible hablar o pensar en una verdad cualquiera que fuera, como absoluta, porque esta dependerá de cada sujeto y emergerá en esos momentos que se le llaman de crisis, de sorpresa, sin velo alguno. Siguiendo a Richard Sennet, “El habla y la acción son los modos en que los seres humanos se manifiestan unos a otros no como objetos físicos, sino en cuanto hombres… Una vida sin habla y sin acción está literalmente muerta para el mundo”5.

Cuando tomamos en cuenta el tema crisis, podría pensarse incluso en su relación con el poder, como por ejemplo en el ámbito político. Es importante antes de entrar en este punto, analizar la importancia del lenguaje, del Nombre del Padre y de los límites, eso que regula. Y asimismo, considerar la dimensión de la crisis no sólo en su vertiente subjetiva, sino también de crisis de Estado. Entre las crisis de Estado, se pueden encontrar crisis a nivel institucional, económico, social, carcelario y cómo no, político. Con frecuencia la crisis se identifica por el efecto y no por la causa, es una crisis (x) por el efecto que produce. Sin embargo, cabe resaltar que el poder no es el que trastorna, sino más bien la relación de aquel que ocupa ese lugar con el limite, pues allí se pone en juego lo más subjetivo y pulsional. Somos seres del lenguaje, las significaciones que nos dan y tomamos, la forma en que cada uno ve al mundo y se enfrenta a este es totalmente subjetiva y ninguna será igual a la otra. Estamos atravesados por la palabra, lo que permite ya una regulación de la pulsión, en especial si se pudo tomar algo de la función del Nombre del Padre como regulador. En ciertos casos, la religión, una institución educativa, cumplían esa función en una época, regular. Actualmente se habla de la pluralización del Nombre del Padre, es decir, existe un declive del mismo, ya que lo que antes se tomaba como un ideal o varios ideales, lo que daba cabida a la regulación de los actos y la sociedad, hoy parece estar debilitado, por lo tanto, es distinta para cada sujeto la función del Nombre del Padre que experimente en su vida y más allá de eso, una fuente de ideales o límites que le permiten no sólo una guía sino una regulación de sus de sus actos, de su pulsión.  A través de este significante paterno el sujeto consigue una mediación entre sus pulsiones y la realidad, a su vez que apacigua la carga de lo imaginario y su violencia6. Es por eso que el poder no es el que trastorna, sino encontrarse con lo real, sin ley, ante la pulsión que apunta al acto, pero dependerá de quien esté en el lugar de quien lo ejecuta, de ese sujeto, la acción o decisión que tome ante ello. 

Por otro lado, sería apropiado plantear que el psicoanálisis se interesa no tanto por el efecto de la crisis, sino más bien por la causa. Es decir, el psicoanálisis apunta a una función vacía, a una variable a ser ubicada en el uno a uno de un análisis, una función que puede ser sostenida luego por diversos enunciados. A diferencia de otras vertientes, no se centra en el orden del conocimiento o la representación, sino, más bien, en el orden del saber del inconsciente. En el orden de dar un espacio al sujeto de elaboración y re-elaboración de su historia, espacio ligado a la transferencia y en pos de una rectificación subjetiva. Tanto la psiquiatría como las neurociencias proponen un real de la vida, del cerebro, cuando el psicoanálisis propone un real del lenguaje, del inconsciente. El psicoanálisis es una clínica articulada al lazo. Sería importante entonces cuestionarse, ante las urgencias subjetivas, o llamados “momentos de crisis”, por los que se acude actualmente al psiquiatra o al neurólogo buscando una explicación, ¿qué tanto saben las neuronas de eso subjetivo que me ocurre? ¿Acaso un scan cerebral o farmacología psiquiátrica me dará la respuesta que busco? Es cierto, es necesario el respeto y cada sujeto encontrará su forma de aliviar la angustia que se ha producido en ese momento de crisis, sin embargo, lo que hay que admitir, es que el inconsciente y el cerebro no tienen nada en común y en la actualidad existe un empuje a eliminar los síntomas, a ser máquinas, a no detenernos, a no sentir, antes que trabajar con él y lograr un cambio de posición ante eso egodistónico. 

En relación a este momento de crisis mundial provocada por el coronavirus, me atrevo a invitar a cada uno de nosotros a hacer una pausa, un cambio de modalidad, de sentido, de puntuación y de lógica. A que el empuje a ser máquinas, cambie por el empuje a ocuparse de la subjetividad, permitirnos sentir, aceptar que no estamos completos y que la angustia existe, tanto como el inconsciente. Permitirnos trabajar y analizar el por qué y así lograr un cambio de posición ante eso que se ha repetido por tanto tiempo y que actualmente puede revelarnos que ya no sirve, no nos funciona. En esta ocasión no sólo a nivel subjetivo, sino a través de lo subjetivo a lo colectivo. A crear nuevas formas y estructuras a través de la dimensión de la urgencia -la cual claramente se ha presentado- y del acto -los cuales dependen de cada uno. Es decir, dar lugar a una posible elaboración subjetiva, tal vez con efectos en lo colectivo, para enfrentar el nuevo mundo y los cambios que deben asumirse a raíz de esta crisis.

Actualmente es posible rescatar que a pesar de que se ha dotado a la ciencia como una fuente de la verdad, y en ocasiones como verdad absoluta ante diversos males que viene a colmar y calmar en momentos de crisis, es probable que frente esta crisis aún no haya encontrado la forma. No sólo la forma de detener la propagación del virus o curarlo, sino incluso de calmar la angustia, a través de medicamentos por ejemplo. Es por esa razón que, en estos momentos, muchos sujetos demandan más allá de este tipo de intervenciones otro tipo de escucha que a través de su discurso singular le de sentido a ese agujero que se ha producido y la medicina no alcanza. Es un claro ejemplo de que hay pocas cosas que alivien más que poder poner en palabras eso que angustia. Las dificultades subjetivas ante una ruptura en la línea del tiempo, como puede ser la cuarentena, ha sido un acontecimiento que extrae al sujeto de su rutina, que le invita a él y a la sociedad a elaborar una nueva relación con lo real. En algunos casos un real representado por la enfermedad o la muerte. Para otros, con suerte pero no menos doloroso, acontecido ante un simple cambio de rutina. Pero que al final de cuentas, invita a una elaboración subjetiva.

Si no surge una reinvención a nivel subjetivo, difícilmente surgirá a nivel social y mundial. Este tiempo y esta crisis nos invitan a reestructurarnos e inventar nuevas formas, a asumir la pérdida y el hecho de que no siempre se podrá abarcarlo ni controlarlo todo. Ni la política, ni la ciencia, ni uno mismo. Es hora de tomar responsabilidad de nuestros actos, no sólo a nivel subjetivo, sino como sociedad; y estar dispuestos a rectificar, a re-elaborar, para así aprender a sobrellevar no sólo la crisis o lo nuevo que se nos ha presentado, sino nuestro propio futuro y la misma vida. Con la cautela necesaria ante el desborde de lo real. 

Notes

1. Caroz, Gil. "Momentos de crisis". 16 de mayo de 2015. AMPBLOG. (http://ampblog2006.blogspot.com/2015/05/momentos-de-crisis-por-gil-caroz.html)

2. Caroz, Gil. "Momentos de crisis". Op.Cit.

3. Lacan, Jacques. "Del sujeto por fin cuestionado". Escritos 1.Siglo XXI. Buenos Aires, 2008. p. 229. 

4. Caroz, Gil. "Momentos de crisis". Op.Cit. 

5. Sennett, Richard. "El artesano (2008)". Anagrama, Barcelona, 2009. p.406

6. Bustamante, Ani. "El Nombre del Padre, su devenir y pluralización". 18 de agosto de 2008. Trazo freudiano.   https://trazofreudiano.com/2008/08/18/el-nombre-del-padre-su-devenir-y-pluralizacion/

Bibliografia

Caroz, Gil. "Momentos de crisis". 16 de mayo de 2015. AMPBLOG. (http://ampblog2006.blogspot.com/2015/05/momentos-de-crisis-por-gil-caroz.html)

Bustamante, Ani. "El Nombre del Padre, su devenir y pluralización". 18 de agosto de 2008. Trazo freudiano.   https://trazofreudiano.com/2008/08/18/el-nombre-del-padre-su-devenir-y-pluralizacion/

Freud, Sigmund. "El malestar en la cultura (1930)". Obras completas. Volumen XXI, Amorrortu, Buenos Aires, 1992.

Lacan, Jacques. "Del sujeto por fin cuestionado". Escritos 1.Siglo XXI. Buenos Aires, 2008.  

Miller, Jacques-Alain. "La Erótica del tiempo y otros textos (2003)". Tres Haches. Buenos Aires, 2014. 

Sennett, Richard. "El artesano (2008)". Anagrama, Barcelona, 2009.

María José Baquerizo De la Torre

Coronavirus y tiempos de crisis

NODVS LVIII, juny de 2020

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