La palabra de los participantes de la Sección Clínica de Barcelona
Dadas las coordenadas especiales en las que nos encontramos, y fundamentalmente teniendo en cuenta que se ha suspendido la formación en su modalidad presencial, quisimos sostener la tranferencia con los participantes, y dar voz a algunos de ellos para que compartan su experiencia desde el aislamiento.
A partir del debate que tuvimos en la comisión sobre el estilo y carácter singular que buscábamos darle a este número, nos pareció importante indagar qué tienen para decir de la actual coyuntura los participantes de la Sección Clínica, poniendo especial énfasis sobre qué del deseo por el psicoanálisis ha permanecido “inmune” a esta pandemia.
confinamiento, psicoanalisis, tranferencia, sueño
Preguntas:
1. ¿Ha tenido ocasión de encontrar o recordar algún texto de psicoanálisis en estos días que le haya ofrecido una lectura interesante sobre esta coyuntura? ¿Podría compartir alguna cita o pasaje con nosotros?
2. ¿De qué manera le afectó la interrupción de la formación presencial en la Sección Clínica?
3. ¿Ha podido establecer algún tipo de vínculo de trabajo con otros colegas durante esta etapa? (grupos de lectura, carteles, etc).
4. Haciéndonos eco del modo en que Anna Aromí -recordando ella, a su vez, la carta de Angelina Harari1- animó a los presentes en la última sesión del Seminario del Campo Freudiano a explorar con qué sueñan los sujetos durante el confinamiento, nos atrevemos a preguntarle ¿con qué sueña un participante de la SCB durante el confinamiento?
AGUSTINA BERNASCONI
1. Ha habido un artículo, publicado en un diario, que me conmovió profundamente, ya que citaba ciertas cartas escritas por Freud sobre la pandemia de 1920.
Su hija Sophie, quien estaba viviendo en Hamburgo por ese entonces, será ingresada al hospital por un embarazo complicado. Morirá allí, habiéndose contagiado de la gripe que asechaba Europa. En una carta escrita a su yerno Max Halbestardt dirá: “La muerte es un acto absurdo, brutal del destino del cual no es posible culpar a nadie sino solo bajar la cabeza y recibir el golpe como los seres pobres, desamparados que somos, librados al juego de la fuerza mayor”2. Freud no pudo, siquiera, despedir a su hija, ya que no había forma de trasladarse, dirá: “Y esta distancia debía seguir siendo distancia (…) no había ningún tren, ni siquiera para una situación de emergencia. La evidente brutalidad de nuestros tiempos pesa sobre nosotros”3.
Esta pandemia nos ha hecho confrontar con la pérdida, con nuestra propia fragilidad y la del mundo que nos rodea, por eso me gustaría compartir una cita de un texto muy breve de Freud que habla sobre esto: La transitoriedad.
Este ensayo es un elogio a la fragilidad, a la belleza de lo efímero. Freud, en compañía de un amigo y un joven poeta, saldrá de paseo por la campiña. El poeta admiraba las diferentes expresiones de la naturaleza, sin embargo, le preocupaba la idea de que toda esa belleza estuviera destinada a desaparecer. Todo lo admirado le parecía carente de valor por la transitoriedad a que estaba condenado. Citaré la última parte del texto, que escribe un año después a este encuentro:
“La conversación con el poeta tuvo lugar en el verano anterior a la guerra. Un año después estallo ésta y robó al mundo sus bellezas. (…) Ensució la majestuosa imparcialidad de nuestra ciencia, puso al descubierto nuestra vida pulsional en su desnudez (…) hizo que el resto de la Tierra fuera otra vez ancho y ajeno. Nos arrebató harto de lo que habíamos amado y nos mostró la caducidad de muchas cosas que habíamos juzgado permanentes. No es maravilla que nuestra libido, así empobrecida de objetos, haya investido con intensidad tanto mayor lo que nos ha quedado (…) Pero aquellos otros bienes, ahora perdidos ¿se nos han desvalorizado realmente porque demostraron ser tan perecederos y tan frágiles?”4.
Darle un lugar al duelo por lo perdido es poner en cuestión lo que el ideal de nuestro tiempo nos empuja a que creamos: la posibilidad de una vida sin pérdida.
2. Retomar las actividades de la SCB vía Zoom, en mi caso, fue como poder construir una especie de afuera. Me sirvió para delimitar un tiempo y un espacio. También un encuentro con otros. Claro que la modalidad virtual no es lo mismo, se hace más difícil, para mí, tomar la palabra, activar el micrófono para hablar hace que sienta que se pierde algo de la espontaneidad de la pregunta, la superposición de voces y los cortes que se producen por interferencias nos devuelven esa ausencia de los cuerpos que la tecnología nunca podrá resolver. Ojalá podamos volver pronto al encuentro de los cuerpos, pero mientras tanto, esta modalidad me hizo sentir más cerca.
3. Debo decir que antes del coronavirus, ya participaba en un cartel de manera virtual, ya que quienes lo integramos vivimos en distintas ciudades, por lo tanto, esto se ha sostenido así. También con la idea de debatir las lecturas con otros, se nos ocurrió con algunos compañeros poner un horario semanal para poder encontrarnos. Era un vínculo de trabajo que existía y que, por los diferentes horarios de cada uno, por momentos era difícil sostener, pero que ha encontrado en este “encierro” de todos, una manera de poder llevarlo adelante.
4. Si algo he podido comprobar en este momento en que todo pareció suspenderse, es que mi inconsciente no lo hizo. Y algo que me asombró fue que personas de mi entorno, que no están muy habituadas a recordar sus sueños, lo hicieran. Todos rescataron la nitidez, la profundidad de sus sueños, con imágenes de otra época. Pensaba en cierta manera, que en esto que estamos viviendo, en donde el tiempo pareciera haberse detenido, surge el carácter atemporal del inconsciente.
En mi caso, los sueños que recuerdo con más claridad de este tiempo, oscilan entre escenas descarnadas, salvajes, trágicas, de las que me despertaba sintiendo el alivio de que se trataba solo de un sueño y también sueños con personajes y escenas de mi infancia, de los que despertaba con cierta nostalgia por el pasado, y lo perdido.
Hubo un sueño que me resultó curioso porque tenía que ver con un barco, que se rompía, al estilo Titanic. En él estábamos mi madre y yo. Lo que me pareció interesante del sueño es que, en medio de la lucha por sobrevivir al hundimiento, me doy cuenta de que es una escena, una película. Me parece que ilustra de una manera muy clara cómo percibo por momentos la pandemia, entre lo terrible y lo ajeno. Por momentos me siento espectadora de algo muy doloroso que pasa afuera.
MERITXELL GIMENO
1. Si, en un primer momento de incertidumbre y de preocupación, me llegó el texto de Miquel Bassols La ley de la Naturaleza y lo real sin ley, en el cual hace una reflexión que me pareció muy interesante sobre lo real del virus y cómo este se rige por unas leyes de la naturaleza que hay que ir descifrando para poder hacerle frente. En su texto toma una referencia de Jacques-Alain Miller: lo real no tiene sentido: “El no tener sentido es un criterio de lo real, en tanto que es cuando uno ha llegado al fuera de sentido que puede pensar que ha salido de las ficciones producidas por un querer-decir. Lo real está desprovisto de sentido es equivalente a lo real no responde ningún querer-decir. El sentido se le escapa. Hay donación de sentido a través de la elucubración fantasmática”5.
Lo real del covid19 y que nos acontece hoy en día, no le podemos dar un sentido, se nos escapa de control y de límite posible. Cada uno, a su manera y con sus construcciones imaginarias y simbólicas intenta sostener y sostenerse en el momento actual, marcando unos posibles límites a este real que le permitan apaciguar la propia angustia, pero creo que los efectos de calma duran poco, ya que vivimos en una gran incertidumbre. El desconocimiento sobre el virus y sus repercusiones superan todas las fronteras, imponiéndose de nuevo como real. Por eso, como dice Miquel Bassols en su texto, solo nos queda mantener cierta serenidad. En mi caso concreto, intento ir poniendo cierto orden temporal a lo cotidiano para intentar afrontar lo real del virus aunque no me resulte nada fácil.
Al final del texto dice: “La ley de la naturaleza puede ser previsible —esta es tarea de la ciencia. Lo real sin ley no es previsible —esta es tarea del psicoanálisis. Ante esta diferencia estará bien recurrir hoy a la máxima de los estoicos para hacer una experiencia colectiva de lo real de la manera menos traumática posible: serenidad ante lo previsible, firmeza ante lo imprevisible, y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro“6.
Por otro lado, también me ha gustado escuchar a diferentes psicoanalistas en las “conversaciones sobre psicoanálisis y la época”7 de Luis Salamone, así como la lectura de otros textos de opinión de psicoanalistas de orientación lacaniana, que han ido tratando el tema de la pandemia y todas las consecuencias que se derivan de ésta.
2. He podido seguir la formación por la plataforma que ha puesto a disposición la Sección clínica, pero para mí hay algo de la presencia corporal que la pantalla no puede sustituir. De todos modos, la posibilidad de seguir con la formación online me permitió crear un corte en el tiempo y un espacio personal separado de las personas con las que convivo, que viví como positivo para seguir con la lectura, estudio y reflexión de los textos tratados.
3. Si, participo en un grupo de estudio formado por tres terapeutas ocupacionales y psicomotricistas de orientación psicoanalítica. Este tiempo, en que no hemos podido atender presencialmente a nuestros pacientes, nos ha permitido poder pensar y estudiar cuestiones que teníamos pendientes. Con el ajetreo de la vida diaria antes de la irrupción del coronavirus, nos era complicado encontrar tiempo para reunirnos. El confinamiento nos ha ofrecido en este caso un encuentro semanal online, mientras que antes era mensual y presencial. Actualmente estamos elaborando un texto sobre nuestra práctica en el campo de la infancia y la salud mental.
4. He tenido dos sueños que puedo recordar en relación a la irrupción de la pandemia y con el consecuente confinamiento. En el primer sueño estoy en una cena con amigos y al llegar a casa se me presenta el sentimiento de culpa. Esta situación me plantea dudas en relación a si habría tomado todas las medidas necesarias para evitar la propagación del virus. A mi parecer en este sueño se puso en juego la responsabilidad individual y colectiva.
En el segundo sueño me veo en la calle y hay unas manos que me empujan y me dirigen, aunque no recuerdo demasiado hacia dónde. Creo que en este caso se me plantea la falta de libertad y el control social. Ambos temas me preocupan: cómo el confinamiento, el miedo y control de la sociedad, necesario en este caso, puede dar lugar a un recorte en nuestras libertades individuales y colectivas como sociedad. Creo que esto dará mucho que pensar, para encontrar el ajuste necesario entre la autoridad -para ofrecer una seguridad a la población- y el autoritarismo. En definitiva, hará falta un tiempo de reflexión para responder a la propagación de ese otro real que también puede condicionar enormemente la manera de relacionarnos, así como nuestras costumbres y hábitos cotidianos.
MARTA SANTAMARIA
1. Voy a compartir una cita, del Seminario 10 de Lacan, que estos días he recordado y estudiado: “El deseo del hombre es el deseo del Otro. El Otro concierne a mi deseo en la medida de lo que le falta”8.
El vínculo entre el deseo del hombre y el deseo del Otro, del que tanto he oído hablar y que tan complejo me ha parecido siempre, en estos momentos ha cobrado un interés especial para mí. Precisamente ahora, que no hay muchos otros semejantes con los que vincularse en el día a día y que un gran mal nos acecha, intuyo que es aún más fácil caer en la trampa de confinar, no sólo nuestros cuerpos y nuestras vidas entre las paredes de casa, sino nuestro deseo, en pos del reconocimiento de ese Otro de la ciencia y de la conciencia. En un intento de responder como corresponde al lema moralista y alienante que, entre arcoíris, decreta: quédate en casa y todo saldrá bien, diría que nos acecha un mal mucho mayor.
Bajo esta toma de conciencia de la que tanto se habla últimamente (de qué y a quién tocamos, de cómo tosemos, estornudamos o nos movemos por el mundo), cada vez hay más que está quedando silenciado. Sospecho que se trata de la angustia, de lo inconsciente, de aquello que falta y que, según creo entender de esta cita, concierne al deseo del hombre.
2. Creo que simplemente aceleró, de manera algo brusca, el proceso de bloqueo que ya venía transitando desde hace algún tiempo en relación a la formación en la Sección Clínica de Barcelona. Supongo que las crisis de fe son parte de la experiencia analítica, y de evolución en general, o al menos en mi caso es así. Son varios los motivos por los que, durante estos años en la Tétrada, he optado por un lugar mayoritariamente de oyente y no tanto de participante. Aunque mis ganas de saber al respecto, y seguramente también ciertos mandatos autoimpuestos, me han mantenido constante con la asistencia presencial, el cambio de formato me ha hecho retroceder algunos pasos y detener la búsqueda.
La comodidad de estar en casa durante los seminarios y el anonimato que, según mi parecer, ofrece el formato virtual, han sido la excusa perfecta para entregarme de lleno a esa posición de oyente de la que venía tratando de salir, aún menos disciplinada de lo que ya era y aún más difuminada entre la masa. Creo que, en conjunto, lo abrumador de la situación me ha hecho optar por poner en pausa mi deseo y sumarme al discurso globalizador, en el que todos luchamos (y gozamos) unidos contra el enemigo común.
3. Lo cierto es que, por suerte para mí, en ningún momento he dejado de trabajar, pese a las circunstancias. El contacto directo con los pacientes ha sido, de hecho, uno de los elementos que ha mantenido medio despierta mi curiosidad y mis ganas de seguir consultando textos o compartiendo dudas con otros colegas. Fuera del ámbito laboral, poca cosa. Un pequeño grupo de amigos, de alguna manera vinculados con el psicoanálisis y el cine, hemos montado un cine-fórum semanal con el que estamos bastante entusiasmados y que esperamos mantener.
Grupos de lectura, cárteles u otras opciones de estudio directo, no.
4. En general he estado bastante productiva, en lo que a soñar se refiere, durante estas semanas de encierro. Tanto despierta como dormida. Despierta trato de hacer planes imaginarios que incluyen espacios abiertos, naturaleza, amigos, familia...básicamente todo aquello a lo que ahora no tengo acceso. Por la noche también suelo trasladarme a este tipo de escenarios, aunque, para mi sorpresa, no suelo vivirlos con el placer que me imagino durante el día (o al menos no es la sensación con la que me despierto).
Recuerdo, hace unos días, estar paseando por un bosque, grande y frondoso, lleno de árboles altos y una ligera humedad en el ambiente súper familiar y agradable. Curiosamente, entre los árboles había plantadas un montón de neveras, todas ellas llenas de lasañas desproporcionadamente grandes. Supongo que este paisaje, el de los electrodomésticos y las recetas caseras que siempre acaban sobrando, es el que realmente me rodea desde hace ya demasiadas semanas y, por mucho que trate de escapar de él, cortocircuita todos mis sueños.
NATALÍ BOGHOSSIAN
1. En principio, debo admitir que los primeros días del confinamiento provocaron en mí un efecto de aplastamiento y mortificación. Había un imperativo superyoico que decía que había que hacer, había que aprovechar el tiempo, había que leer. Por otro lado, contemplaba una ola maníaca de producciones escritas de terceros dando cátedra sobre, desde mi punto de vista, el efecto apresurado del confinamiento y las consecuencias de lo real como contingencia.
En fin, ese mandato lo único que produjo fue más bien parálisis. Nada de ganas de hacer, desvitalización. Luego, con el correr del tiempo y la llegada de la aceptación, se generó un efecto de mayor liviandad y soltura que logró que fluya mejor el deseo.
Pienso en La Tercera, y comparto la siguiente cita:
"...El sentido del síntoma depende del porvenir de lo real, por tanto..., del éxito del psicoanálisis. A este se le pide que nos libre de lo real y del síntoma, a la par. Si eso ocurre, si tiene éxito con esta demanda, puede esperarse cualquier cosa, a saber un regreso de la religión verdadera, por ejemplo, que como saben no tiene trazas de estar extinguiéndose. La religión verdadera no está loca, se vale de todas las esperanzas, digámoslo así, las santifica. Entonces, por supuesto, se las puede permitir todas también.
Pero entonces, si el psicoanálisis tiene éxito se extinguirá hasta no ser más que un síntoma olvidado. No es cosa que deba causarles asombro, es el sentido de la verdad tal como el mismo postula en su principio. La verdad se olvida. Luego, todo depende de que lo real insista. Para ello el psicoanálisis tiene que fracasar. Tenemos que reconocer que va por buen camino y que, por ende, tiene buenas probabilidades de seguir siendo un síntoma, de crecer y multiplicarse. ¡Psicoanalistas no muertos, esperen el próximo correo! Pero de todos modos desconfíen. Acaso sea mi mensaje en forma invertida. También me puedo estar precipitando. Es la función de la prisa que destaqué para ustedes"9.
2. Las participaciones en los espacios de formación despiertan y causan. No contar con ellos, me genera precisamente aislamiento.
3. Si, he comenzado un cartel vía Zoom y estoy participando de varios seminarios y grupos. Al principio también me generaban cierto desgaste y fatiga, pero a medida que corre el tiempo, pareciera que algo se adapta, se a-costumbra mejor.
4. La producción onírica en estos tiempos está siendo intensa. Casi todos los días al despertar, repito en silencio: si, el inconsciente es a-temporal. Mis sueños están mezclando lugares y personas de la infancia o de pasados anteriores que la consciencia no recuerda. Ese es el rasgo característico de mis sueños en estos momentos: hay un retorno, o más bien, la aparición de algo anterior, como un viaje en el tiempo que justamente disuelve la linealidad temporal.
LUCA SILVESTRI
El año de universidad que más disfruté fue el último. Durante ese período ya no tenía que cursar materias; sólo me dedicaba a leer y a escribir. Escribir mi tesis de grado. Recuerdo que en esa época no paraba de pensar en cómo podía utilizar cualquier cosa que se me cruzaba, desde un chiste hasta una película, para sostener mis elucubraciones.
Cuando hace dos años empecé a pensar en mi ensayo para la Tétrada, pensé que volvería a disfrutar de la escritura de esa misma manera; sin embargo, no fue así. Por más de que me sentara e intentara esbozar ideas no podía moverme del no tengo nada nuevo que decir. Algo no marchaba y pensaba que era del orden de la creatividad. Luego vino el virus y el confinamiento, y me acordé de una entrevista10 de Jordi Evolé a José Mujica en la que este decía que lo que vendemos con el trabajo a cambio de dinero es nuestro propio tiempo. Ahora, en el encierro, disponía de tiempo. Ya no se trataba de ocupar los retazos de tiempo libre con la escritura sino, al contrario, de habitar el tiempo y dejar que de ahí surgiera la escritura. Pude, por fin, escribir mi ensayo.
Silencio, por tanto. Es pronto para decir algo sobre los acontecimientos actuales. Sin embargo, lo que está emergiendo como nueva normalidad tiene el sabor a un cambio de epoké. El otro cambio que vivimos lo asocio con el libro de Slavoj Žižek, Bienvenidos al desierto de lo real11. Un examen del ataque a las torres gemelas de 2001 visto bajo la lupa del psicoanálisis. Ahí se evidenciaba cómo ese evento había sido el punto álgido de la pasión por lo real que caracteriza el tardo-capitalismo: aquello que había sido imaginarizado durante años a través del catastrofismo de las películas de Hollywood ahora sucedía de verdad y venía con su carga de goce autista que nos obligaba a ver una y otra vez las imágenes del ataque. El virus no tiene imagen, pero la pasión por él no fue por eso menor. ¿Qué sueñan los americanos, inmovilizados en su bienestar? Sueñan con una catástrofe global que pondrá sus vidas patas arriba nos indicaba Žižek. Hoy quizás somos todos un poco americanos.
1. Harari, A. "¿Seguimos soñando aún?" (2020). (Disponible en internet).
2. Muscillo, A. “Sobre el duelo”. La tragedia de Freud en una pandemia que le cambió su teoría. Diario Clarín. 21 de abril de 2020. (Disponible en internet).
3. Ibíd.
4. Freud, Sigmund. “La transitoriedad (1916)”. Obras completas. Tomo XIV. Amorrortu ed., 1992. Pág. 311.
5. Miller, J-A.. “Presentación del tema del IX° Congreso de la AMP”. Asociación Mundial de Psicoanálisis. 26 de abril de 2012. (Disponible en internet).
6. Bassols, M. “La ley de la Naturaleza y lo real sin ley”. Zadig España. 20 de marzo de 2020. (Disponible en internet).
7. Canal de Youtube del psicoanalista de la EOL Luis Salamone (Disponible en internet).
8. Lacan, Jacques. El Seminario, libro 10, La angustia. (1962-63). Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 31-32.
9. Lacan, Jacques. “La Tercera”. Intervenciones y textos (2). Ed. Manantial, Buenos Aires, 2010.
10. “Salvados. José Mujica habla sobre el consumismo”. La sexta. 19 de mayo de 2014. (Disponible en internet).
11. Žižek, Slavoj. Bienvenidos al desierto de lo real. Ed. Akal, 2015.
La palabra de los participantes de la Sección Clínica de Barcelona
NODVS LVIII, juny de 2020