¿Qué es lo sexual?

Lectura de dos textos freudianos que sirvieron de referencia a la clase dictada por Fabián Naparstek en el Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, el día 17 de abril de 2021: la vigésima de las Conferencias de introdución al psicoanálsis: La vida sexual de los seres humanos, y el primer apartado de Tres Ensayos de teoría sexual: Las aberraciones sexuales.

  • Publicado en NODVS LXI, juny de 2021

Resum

Recorrido alrededor de la pregunta por lo sexual, a partir de los desarrollos de Freud acerca de la no determinación de la relación entre la pulsión y su objeto, la discordancia entre pulsión sexual y reproducción y la vida sexual infantil emparentada con las perversiones sexuales. Finalmente aborda el tema de la diferencia sexual planteada desde la investogación sexual infantil.

Paraules clau

lo sexual, sexualidad infantil, perversiones, diferencia de los sexos

 

Entre 1916 y 1917 Sigmund Freud dictó en la Universidad de Viena una serie de conferencias bajo el título Doctrina general de las neurosis, consideradas un  “inventario de los puntos de vista de Freud y de la posición del psicoanálisis”1, en la época de la 1º Guerra Mundial. La que trabajaremos hoy es vígesima de ellas: La vida sexual de los seres humanos, redactada y pronunciada en 1916, que concentra los “comentarios más lúcidos sobre las perversiones”2 y la vida sexual del niño.

Suena bastante provocadora la enunciación de Freud en esta conferencia frente a un auditorio mixto de médicos y legos de ambos sexos3, ante quienes pone en acto aquello que quería transmitir; una  especie de advertencia, si se quiere, sobre una notable pacatería ante cierto contenido de lo sexual. Supuestamente se sabe qué es lo sexual, dice Freud,  y sin embargo, el  contenido de lo sexual  permanece en su halo indecoroso. Pero ¿qué es lo sexual? Aunque parezca amplio e incoloro, es “todo lo que se relaciona con la diferencia entre los dos sexos”4.

 

Una primera novedad: las perversiones

Lo sexual abarca tanto la vida sexual normal y no habitual, como aquella que puede ser considerada aberrante y antinatural. Pero para no confundirnos, dice Freud, “este tropel reclama alguna clase de orden”5, que intenta ordenar ya desde 1905, para lo que necesitó despejar de las cuestiones sexuales la lectura popular, diferenciando dos términos: el objeto sexual y la meta.

Divide entonces dos grupos: “aquellos en que se ha mudado el objeto sexual (como en el caso de los homosexuales) y aquellos en que principalmente se alteró la meta sexual”6. Y describe de una manera resumida aquello que estableció en 19057. De aquí señalaré dos cuestiones:

La primera es una conclusión de Freud respecto a la génesis de la inversión: ni innata ni adquirida; más bien lo que arrojó el curso de su investigación es que entre la pulsión y el objeto no hay más que una soldadura que se corre el riesgo de no ver si se toma como normal que la pulsión sexual ya viene con su objeto. “(…) debemos aflojar, en nuestra concepción, los lazos entre pulsión y objeto”8. Y de acuerdo con esto, y en referencia a tomar como objeto sexual un niño o un animal extrae que, antes que horrorizarse por ello, esto más bien nos enseña que “alguna otra cosa es lo esencial y lo constante en la pulsión sexual”9. No tiene que ver ni con el objeto ni con la meta en sí, porque no cabe duda, dice Freud, respecto de las aberraciones sexuales que allí describe, de que estos hombres entienden y perciben estas prácticas sexuales como locas; pero también hay que decir que, en definitiva, hacen con su objeto -para obtener esa satisfacción- lo mismo que aquel considerado normal con el suyo.

La segunda es una cuestión ética. Pregunta Freud “¿Qué actitud adoptaremos frente a estas maneras inusuales de la satisfacción sexual?”10. Si incurrimos en el error de confundir sexualidad con reproducción, se cierra el camino de la comprensión de la sexualidad, las perversiones y las neurosis. Pero este error es tendencioso. Freud interpreta que “tiene su fuente en el hecho de que ustedes mismos fueron niños y como tales estuvieron sometidos a la influencia de la educación”11, cuya función es doblegar la pulsión sexual. De lo contrario, “la pulsión rompería todos los diques y arrasaría con la obra de la cultura (…) Por otra parte, la tarea de domeñarla, no es fácil; se la consuma ora con defecto, ora con exceso”12.

 

La segunda novedad: La vida sexual infantil

La exploración psicoanalítica en neuróticos adultos llevó a Freud a investigar la vida sexual en el niño, para lo que recurre al concepto de libido, que equipara al hambre. La libido es el nombre de la fuerza en la cual se exterioriza la pulsión.  

Las mociones sexuales en los niños se apuntalan en otras funciones primordiales. Pero luego esa acción, y toma al chupeteo como paradigma, intenta reproducir esa satisfacción aún sin hambre. Así se definen ciertas zonas en el cuerpo, zonas erógenas, que concentran esa excitación, y que designamos como sexual. De esta manera, con el chupeteo ya tomamos conocimiento de dos caracteres decisivos de la sexualidad infantil: por un lado, que se apuntala en la satisfacción de las grandes necesidades orgánicas, y por otro, que se comporta de manera autoerótica.

 

La diferencia de los sexos

Lo que quiso transmitir aquí Freud es que salta a la vista el parentesco entre la sexualidad infantil y las perversiones sexuales, en tanto que el niño tiene una vida sexual perversa; esto es, una práctica sexual en la que se renuncia a dicha meta y se persigue “la ganancia de placer como meta autónoma13. Así, la vida sexual del niño consiste en la práctica de una serie de pulsiones parciales que independientemente unas de otras buscan ganar placer en parte en el cuerpo propio, en parte en el objeto exterior. 

Por otra parte, la investigación sexual infantil empieza muy temprano, y “no arranca de la diferencia de los sexos, que nada significa para el niño”14. En principio, el varón al menos, considera idénticos genitales para ambos sexos, los masculinos; y al  descubrir la vagina en alguna niña, intenta desmentirlo, y solo más tarde, al ejercer sobre él la amenaza de castración, se hace aquel descubrimiento significativo. 

De la niñita “sabemos que a causa de la falta de una gran pene visible se considera gravemente perjudicada; envidia al varón tal pertenencia y (…) desarrolla el deseo de ser hombre, deseo que se retomará más tarde en la neurosis sobrevenida a causa de un fracaso en su papel femenino15.

El interés sexual en al infancia se dirige primero a saber de dónde vienen los niños, y se enfrenta a diversas explicaciones que suelen ser frustrantes. Luego empieza a sospechar que el padre tiene algo que ver con eso, pero si llega a presenciar alguna situación sexual, lo interpretará como un acto de sometimiento y sadismo. Llegará a atribuirle al órgano masculino una función que no sea solo la de micción, y así el niño se va aproximando en sus exploraciones al conocimiento de los hechos sexuales, o bien, “extraviado por su ignorancia, los pasa por alto, hasta que, casi siempre en los años de la prepubertad, recibe una información desvalorizadora e incompleta, que no raras veces ejerce efectos traumáticos”16

Termina Freud su conferencia sosteniendo el debate: si el psicoanálisis es acusado de abusar de lo sexual para sostener su teoría sobre la etiología de las neurosis y la significación sexual de los síntomas, espera con sus elucidaciones haber dado las verificaciones suficientes como para fundamentar su uso.

Por nuestra parte, con Lacan podemos decir que ese irreductible y no medible que llama “necesidad sexual”17 nos recuerda lo irreductible de la moción pulsional freudiana, una exigencia de orden sexual, que nada tiene que ver con la reproducción, y que por supuesto no se ordena en lo que sería La relación sexual.

Notes

 

  1. Strachey, James. “Prólogo”. Conferencias de introducción al psicoanálisis, Parte I y II (1915-1916) Obras Completas, Vol. xv, Freud, Sigmund, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1991, p. 7.
  2. Ibíd.
  3. Freud, Sigmund. “Prólogo (1917)”. Conferencias de introducción al psicoanálisis, Parte I y II (1915-1916) Obras Completas, Vol. xv, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1991, p. 9.
  4. Freud, Sigmund. “20º Conferencia, La vida sexual de los seres humanos”, Conferencias de introducción al psicoanálisis, parte III (1915-1916), Obras Completas, Vol. xvi, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1993, p.277.
  5. Ibíd. p. 278-279.
  6. Ibíd. p. 279.
  7. Freud, Sigmund “Las aberraciones sexuales”, Tres ensayos de teoría sexual y otras obras (1905) Obras Completas, Vol. vii, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1992.
  8. Ibíd. p. 134.
  9. Ibíd. p. 136.
  10. Freud, Sigmund. “20º Conferencia, La vida sexual de los seres humanos”, Conferencias de introducción al psicoanálisis, parte III (1915-1916), Obras Completas, Vol. xvi, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1993, p.280.
  11. Ibíd. p. 284.
  12. Ibíd.
  13. Ibíd. p. 289.
  14. Ibíd.
  15. Ibíd. p. 290.
  16. Ibíd. p. 291.
  17. Lacan, Jacques. Seminario Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2014, p. 121.
Betina Ganim

¿Qué es lo sexual?

NODVS LXI, juny de 2021

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