Sobre el Capítulo I, Del goce, en el Seminario XX de Jacques Lacan
Este texto fue presentado en el grupo de investigación “Lo femenino en la clínica, cine y literatura”. Curso 2020-2021.
Este trabajo aborda el capítulo I del Seminario Aún y toma como eje la diferencia de la posición masculina y femenina desde las fórmulas de la sexuación que Lacan trató en el capítulo siete de este Seminario.
Se toma como referencia la película The Deep Blue Sea (Terrence Davies, 2011), una de las trabajadas en el grupo de investigación.
Posición femenina, posición masculina, amor, goce
Este capítulo del Seminario 20 comienza con la frase "no quiero saber nada de eso "1 lo que señala en Aún ,la posición en formación.
Eso lo que no se sabe, lugar en el que Lacan se ubica y nos liga a él como analizantes, cada uno con ese eso de lo que no se quiere saber y por lo que cada uno paga un precio hasta que considere suficiente y se desprenda de su análisis.
Este sitio de analizante en el que nos posicionamos para la lectura de este capítulo nos lleva a puntuar, asociar y preguntarnos.
Tomamos como eje la posición femenina en relación con la masculina asociándolo con la película The Deep Blue Sea que se desarrolla en la puritana sociedad londinense de los años 50´ y en la que Hester, la protagonista, esposa de un juez del Tribunal Supremo, lleva una vida privilegiada. Pero todo cambia cuando decide dejar a su marido para irse a vivir como Freddie, un joven apuesto, ex piloto de la RAF, del que se enamora profundamente.
Nos damos cuenta de la dificultad para estructurar algo de este capítulo, tan complejo, y lo asociamos al título “Del Goce”, quizá algo de ese goce que se escapa cuando creemos haberlo cogido.
Al principio de este capítulo uno, Lacan da respuesta a un jurista que le interroga sobre su discurso y al que creyó poder responder, diciendo: “Para hacerle sentir cuál es su fundamento, a saber, que el lenguaje no es el ser que habla – que no me sentía fuera de lugar hablando en una Facultad de Derecho, ya que es el sitio donde la existencia de los códigos pone de manifiesto que el lenguaje es algo que se mantiene ahí, aparte, constituido en el curso de las épocas, mientras que el ser que habla, lo que llamamos hombres, es algo muy distinto”. “… y recordaré al jurista que, en el fondo, el derecho habla de lo que voy a hablarles – el goce” 2.
Lo ejemplifica con la imagen de la cama, habla del goce, no desconoce la cama, es a partir del velado que se hace ahí, abrazarse, desde donde Lacan aclara la relación entre derecho y goce. El usufructo, gozar de algo a condición de no usarlo demasiado. El derecho como reparto del goce, un goce que según Lacan “no sirve para nada” 3. Retomando esta definición la enfrentamos al utilitarismo de Bentham, una filosofía del buen cálculo, donde los placeres son medibles, donde todo el goce sería fálico, lo ideal de una contabilidad sin resto.
Esto lo asociamos a la escena de la película mencionada donde Hester (la protagonista) está con su marido en casa de su suegra (recordemos que Hester ya había tenido el encuentro con Freddie, lo que será su amante) y llegan a la habitación asignada para ellos y ella interroga a su marido:
Hester: En piernas separadas, ¿otra vez?
El marido: Mi madre tiene una visión del matrimonio.
Hester: ¿Te concibieron por ciencia infusa?
El marido sorprendido responde: "No seas vulgar, estás hablando de mí mami, el amor es más que lo físico".
Luego que su marido la sorprende hablando por teléfono con Freddie, de regreso en el coche, ambos mantienen una conversación semejante, donde él repite “el amor es más que lo físico” y Hester con tono duro y de reproche le dice: “Te pareces a mi padre, y él es vicario”.
En conversaciones con la suegra se produce el siguiente diálogo:
Suegra: Cuidado con la pasión, nos lleva a cosas turbias.
Hester: ¿Con qué se pueda reemplazar?
Suegra: Con un sereno entusiasmo, es más saludable.
Hester: Y más triste.
Entendemos que este diálogo refleja que la mujer está tanto del lado del goce fálico como de ese goce femenino del que nada sabe, del que sólo puede testimoniar lo que siente. Hay algunas que no quieren saber nada de sí mismas como Otra.
Del punto dos del capítulo I, la frase “el amor ciertamente hace señas y es siempre recíproco”4, entendemos que es uno el que ama pero el otro también está implicado, ya que en ese otro hay algo que hace que pueda ser amado, no quiere decir que el amor de uno siempre responderá al amor de otro. Asociándolo a la elección, la condición del deseo del hombre en la elección de objeto quedaría del lado narcisista, ya que busca en esa mujer el falo que ella le asegura, su relación con el falo. Si bien todos estamos sometidos a la castración, el hombre necesita recuperar el objeto en el cuerpo de la mujer, en determinado rasgo, en determinada parte del cuerpo, en diferentes detalles. Se apropia así de la mujer como objeto de su fantasma, y así la mujer se presta a ofrecerse como semblante de ese objeto.
Hester tiene un lugar muy diferente con su marido y con Freddie. La relación con su marido la pensamos desde lo que plantea Freud, en cuanto a la degradación de la vida erótica, a veces problemática cuando interfiere el amor en el deseo, cuando el amor se relaciona con la madre.
Freddie llega a la vida de Hester de otra manera, por el cortejo; él le habla y como dice Lacan, el deseo femenino se relaciona con la palabra. Es decir, que para la mujer es condición del deseo que el hombre le hable. No que hable mucho, sino que le dé una señal, un signo de lo que ella es para él, lo que provoca un consentimiento de goce para los dos, algo de la resonancia inconsciente. Hay algo de un hombre que toca a una mujer, tiene que darse esa condición en particular para que ella consienta a prestarse a ser objeto.
La mujer puede consentir o rechazar pero en cualquier caso no-todo de esa mujer queda tomado allí, es como si se prestara a un juego de semblantes. Esta es la manera que cada una se inventa a falta de la inscripción del significante de La Mujer, para encajar en el fantasma del hombre.
Nos cuestionamos si la diferencia de posición de Hester con su marido y Freddie es: con su marido una posición fálica, lo que se constituye del lado del tener, lo que no es una buena solución para la mujer; y con Freddie ser el falo asumiendo su falta en tener, dando consentimiento a ser objeto causa del deseo del hombre. Además, lo podríamos pensar como el lugar de ser su síntoma que no se opone a ser su objeto causa de deseo, ni la supera, es otra vuelta, sería como una manera de gozar inconsciente. La mujer síntoma como disfunción, la mujer que lo molesta, que lo obsesiona.
Así como dice Freddie: Nos hacemos daño.
Sabemos que en el hombre el goce está localizado y limitado por el falo, en la mujer no; ella tiene a veces relación con ese sin límite que da vértigo y encuentra el límite de su goce en la certeza del amor. Relacionamos esto con lo que Freud decía que para la mujer la pérdida del amor es vivida como castración, como algo terrible, semejante a la amenaza de castración en el hombre. Si el amor es lo que inscribe un límite, lo que escribe algo del goce fálico, perderlo sería para ella la locura, quedar librada al sin límite.
En la película, Hester explica a su marido su intento de suicidio como un momento de enajenación. Pero cuando habla del mismo hecho con la encargada del edificio lo explica en otros términos; “es estar en una línea entre el infierno y el profundo mar azul”.
Nos preguntamos si Hester es como dice Lacan “la mujer como la hora de la verdad de un hombre”5. La que despierta a un hombre al introducir un más allá de los semblantes y denuncia que no sirven para nada comparado con lo real. La ausencia de límite real de la castración puede dar cuenta del extravío del que son capaces las mujeres al afirmar, según Lacan, que ellas son mucho más decididas para poner de sí, de su alma, de su cuerpo, de sus bienes, y que este sin límite propicia la dimensión del estrago en el que pueden entrar por la relación con su partenaire.
En el caso de Hester pensamos en el final, cuando todo termina y Freddie se va, ella llora pero algo surge, no sabe qué hará, sólo que se va a divorciar, abre un nuevo espacio. Nos preguntamos si podemos relacionarlo con la fórmula de Lacán “el hombre sirve entonces como relevo para que el sujeto femenino sea Otra para sí misma”6 .
1. Lacan, Jacques. (1972-73) El Seminario, libro 20, Aún . Buenos Aires, Paidós,2007, p 9.
2. Lacan, Jacques. (1972-73) El Seminario, libro 20, Aún. Buenos Aires, Paidós,2007, p 10.
3. Lacan, Jacques. (1972-73) El Seminario, libro 20, Aún . Buenos Aires, Paidós,2007, p 11.
4. Lacan, Jacques. (1972-73) El Seminario, libro 20, Aún. Buenos Aires, Paidós,2007, p 12.
5. Lacan, Jacques . (1971) El Seminario, libro 18. De un discurso que no fuera del semblante , Buenos Aires , Paidós, 2009, p 33.
6. Lacan, Jacques . Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina, Obras Escogidas, Tomo 1, RBA, Barcelona 2006, pp. 710-711
Sobre el Capítulo I, Del goce, en el Seminario XX de Jacques Lacan
NODVS LXII, novembre de 2021