Textos de clausura sobre la escritura
En el marco del acto de clausura del curso 2021-2022, la Sección Clinica convocó a algunos participantes para que redacataran un breve texto sobre la escritura.
Se propone dar cuenta de lo que ha implicado la escritura para cada uno, en tanto transmision de un saber que no se enseña
Escribir-escribir
Sonia Arribas
El psicoanálisis cambió mi experiencia con la escritura. Ahora, además de escribir (para lo cual tan solo hace falta un vocabulario más o menos extenso y conocer las reglas gramaticales), también está escribir-escribir.
Al escribir una señal de alarma -localizable en el cuerpo- me avisa del mal camino. Es la vergüenza, que puede ser ligera y entonces es fácilmente sobornable (por un encargo, por ejemplo), o pertinaz y dura – mejor, en tal caso, dejar de escribir.
Escribir-escribir viene tras una preparación de días, meses o incluso años, lo cual requiere la correcta tesitura, que es -fundamentalmente- convertirlo en la tarea ineludible y obstinadamente principal de mi vida durante ese tiempo. Es toparse con algo y serle fiel, a pesar de las dificultades. Como derivación surgirá: aislarse (para lo bueno y lo malo), divertirse y culminar.
Al cabo de unos años, la prueba del algodón. Si la lectura hace saltar la alarma, el texto fue producto del escribir. Si no, del escribir-escribir.
Escritura
Agustina Bernasconi
Mi participación en la Sección Clínica fue, entre otras cosas y sin dudas, un encuentro con la escritura. Un encuentro siempre tiene algo de incalculable y de sorpresivo. Pienso, que lo que se produce al escribir, es un acontecimiento, enfrentarse a una hoja en blanco es para mí un momento de soledad que invita al encuentro con algo desconocido, que te transforma. Se puede estimar desde donde se parte al escribir, pero no donde se llegará.
La primera vez que me invitaron a publicar en Nodvs, pasé por cierta incomodidad al pensar que había tomado ideas, argumentos de otros y eso me hizo pensar en el plagio. Hablarlo en análisis me hizo recuperar lo que plantea Borges, de que todos somos plagiadores, porque siempre se trabaja sobre algo ya enunciado o escrito por otro.
La escritura tiene que ver con una elección y con una pérdida. Se elige y se recorta de otros, y en ese recorte, algo propio se pone en juego. Lo importante, más allá del contenido de lo que se escribe, es la posición desde la que uno habla. Escribir es arriesgar, es elegir, hacerse cargo de lo que se escribe, es asumir una voz. Es también una experiencia que nos confronta con la propia falta, no se puede escribir todo y muchas veces se tiene la sensación de que se podría haber escrito mucho mejor.
También considero que la escritura es un motor y un ejercicio: es incómodo, es partir de un no saber que nos lleva a producir algo. Es un tratamiento contra la inhibición: implica afrontar el miedo a no saber qué decir, a exponerse, a arriesgar. También es hacerse cargo de lo que se sabe y expresarlo.
Estoy muy agradecida a la Sección Clínica por convocarnos a escribir, instancia que me ha ayudado a no retroceder ante la hoja en blanco que siempre tiene algo de un encuentro con la angustia.
Escribir para leer
Natalí Boghossian
Se ha tratado de leer y escribir las preguntas a modo de respuestas. Por supuesto, no sin pasar por el vértigo de no entender…
Sí, dejándome orientar por Lacan y lo que entiendo por su psicoanálisis. Dejarme tomar por el saber, a modo de articulación. Dejarme orientar por la brújula del enseñante, que es precisamente el modo de ser analizante.
Descomponer y asociar tras un llamado significante.
Lacan nos enseña en interlocución con Otros y consigo mismo como un Otro.
El camino de una enseñanza abierta es la ruta del sujeto barrado.
Paso 1:
Leer la clase intentando pesquisar dónde y para qué nombra la referencia.
Paso 2:
Leer el texto a referenciar subrayando puntos para una futura articulación.
Paso 3:
Aparece el sujeto barrado… el analizante que escribe su articulación produciendo un saber. Extrayendo y resaltando rasgos oraculares, ejerciendo el propio estilo.
Paso 4:
Enunciación. Poder portar la voz de una determinada posición y, por ende, puntuación que dé cuenta de un recorrido. Donde lo escrito se hace leer materializado en una cristalización que puede resonar y transmitir si ha quedado un saldo de experiencia en el trabajo.
Escribir en la SCB
Erick González
Mi primer escrito aquí fue sobre un itinerario clínico. Tomo esto porque se me revela como una forma patente de poner en relieve los significantes que designan a este lugar: Sección -que ponemos en serie con letra, escritura, corte-, Clínica -revisión de lo que sucede en la conexión que llamamos transferencia- de Barcelona -señalando que esta experiencia no debe prescindir de la ciudad.
Se trataba de un Acompañamiento Terapéutico que transcurría en los espacios urbanos, un trabajo que después de un tiempo puso en evidencia los límites, para alojar el padecimiento desbordante de aquel sujeto, del pequeño y muy fino dispositivo institucional en el que se sostenía esa práctica. Esta cuestión se actualizó en un reencuentro fortuito con aquel joven, años después, cuando le vi hipermedicado ingresando en una unidad psiquiátrica. Eso me interpretó, y se trashumó en un escrito indignado (no ajeno a la época del 15M) que llevé al seno de una reflexión sobre psicoanálisis e institución en un grupo de investigación. Sin embargo, al presentarlo lo que me retornó en el comentario fue un título après-coup: Pasar de la indignación a la poesía. En ese arco de mi poética, se rizan letra-carta y clínica, no sin una acción política y una posición ética, puntuada en esta Sección, en esta Clínica, en esta Barcelona, y bajo transferencia.
Descosidos
Magda Mataix
¿Por qué escribir? ¿Por qué realizar producciones propias de algo que en teoría ya está escrito? ¿Cómo no quedar anclado en el Lacan dice, cito a Miller? El encuentro con el corpus teórico, con el texto que se enrosca sin sentido, se me plantea como un ovillo a deshilar. Uno tira y tira y con ese hilo, y con otros, empieza el tejido del texto propio.
Un tejido que, sabemos, se entrelaza y se enreda con el cuerpo. La lectura, y también la escritura, reverberan en las entrañas, se encarnizan y de ahí los efectos que se leen en el análisis.
Si no se trata de lectura, sino de lecturas y de interpretación, ¿dónde acaba el ensayo y empieza la ficción? La producción propia, el tejido de un saber teórico que uno mismo construye, ¿no tiene siempre algo de invención? Es ahí, en ese lugar que se separa de la episteme, en el que uno debe permitirse jugar, con metáforas, con estructuras de texto singulares, con notas propias, con preguntas sin respuesta. Intentos todos, de no quedar reducidos a la cita y poder agregar el juego, y el goce, por qué no, a la escritura.
En un segundo tiempo hay que hacerlo circular: publicar, compartir, mostrar, leer ante otro la urdimbre trabada con sus agujeros y descosidos. Autorizarse es la única vía de acceso a este encuentro. Decir sí al debate, a la cuestión, al vacío para poder volver, y en el camino de retorno, una nueva lectura y otra escritura.
Escribir en la SCB
Marco Parra
Con motivo de la clausura de este curso, me gustaría decir unas pocas palabras acerca del tema que nos ocupa: la experiencia de escribir en el espacio de la SCB. Personalmente, pienso que este ejercicio supone un esfuerzo por hacer inteligible los efectos de una enseñanza- la de Lacan- que se resiste a ser sistematizada. De ahí la dificultad por separarse de la voz del texto y dar con algo propio. Se trata por lo tanto de un trabajo de autorización, de un trabajo que pone en primer plano la categoría de la enunciación, es decir, la del sujeto. En otras palabras, para mí hay algo, en este proceso de escritura, de la división subjetiva a la hora de poder ubicar la voz propia en el texto. A pesar de esta dificultad, me parece que la escritura es fundamental, no solo para avanzar, por poco que sea, en la comprensión de los contenidos que aquí trabajamos, sino también para posicionarse en un lugar problemático respecto al saber: no escribo porque ya conozco el resultado de la investigación, sino que escribo para producir algo todavía desconocido.
La escritura, un trabajo no sin un Otro
Montse Pastor
Escribir supone un trabajo, trabajo que debe ser sostenido por el deseo. Éste ha ido variando a lo largo de mi formación en psicoanálisis.
De la Tétrada podría señalar la importancia de elaborar el ensayo. Leer sin parar, yendo de un texto al otro hasta que el director del ensayo señaló que era el momento de ponerse a escribir. Lo tuvo que señalar más de una vez. Se abrían multitud de cuestiones, pero lo esencial era la elección de un eje, un inicio y la complejidad de la toma de posición respecto lo que dicen los autores. No fue un trabajo sin un Otro; la transferencia con el director del ensayo, con los textos seleccionados, así como el análisis fueron fundamentales.
Un segundo tramo fue el de la elección de elaborar la investigación. Aquí surgieron fluctuaciones con el goce y el deseo. Dejar de lado el deseo para responder las diversas demandas del Otro me llevó a un lugar oscuro. Rosa María Calvet señalaba “el destino de un sujeto se juega – como decía Freud- en otro escenario, a espaldas del yo, el escenario del inconsciente y del fantasma que orienta el deseo y articula el placer de la satisfacción”. El malestar durante este tiempo “encubría una satisfacción ajena al yo que se queja y de la cual el sujeto es responsable”, satisfacción de un goce difícil de abandonar y que ha hecho costoso el acercamiento a la castración y la separación de la demanda del Otro. El análisis ha permitido situar la repetición del siempre presente modo de satisfacción y poder operar con la castración para abrir la posibilidad de hacerme la pregunta sobre mi deseo y que éste pueda advenir.
Se abre otro nuevo tramo: retomar la lectura de los textos, situar la hipótesis que oriente la investigación y ponerse al trabajo, no sin esfuerzo de la escritura y no sin un Otro.
Laura Pérez
Este ha sido mi primer año de formación en la propuesta de la Tétrada y han sido algunos más de participación en el Grupo de Investigación en Pedagogía y Psicoanálisis, parecen eones. Ahora puedo decir que mi encuentro con el psicoanálisis, no solo por su transmisión, me ha llevado a diferentes estados, desde el vociferio a la estupefacción, al mutismo, y hasta ahora, encuentro dificultades con el bien decir y el escribir, que intuyo van a persistir e ir reapareciendo. Si bien es cierto que algo me mueve a un trabajo que me anima a no ceder en las sucesivas aproximaciones desde la alegría. Hay tres actos, al menos, que creo que han jugado en este camino: permitirme poner en cuestión la consistencia de la episteme, abrirme también a la formulación de preguntas pudiendo sostener que son aproximaciones de respuestas lo que se puede inventar y descubrir y acoger la inevitabilidad del malentendido. Sí, ha habido un cambio en la posición desde la que escribo y lo que esta escritura me significa. Es un camino que cuesta, pero creo que es más caro no recorrerlo, así que, quiero agradeceros a cada uno el hacer posible la escuela y cuidar de su salud.
¿Te apetece escribir algo?
Karina Piluso Cavalleri
Recibo un mail con el siguiente asunto: “Invitación a presentar una referencia en el Seminario del Campo Freudiano de Barcelona”.
Dispongo solo de dos meses para prepararlo.
Acepto.
Recibo otro mail, esta vez de la ponente donde me agradece el haber aceptado trabajar el texto que Lacan cita en el capítulo y que ella eligió. Leo: “sé que es difícil, en todo caso para mí que no tengo formación ni filosófica ni lógica, ni matemática”.
Yo tampoco.
Recuerdo entonces lo que dice Leila Guerriero en su texto Acerca de escribir:
“-No disfruto- dice la chica, entre la sonrisa y la desesperación-. Cuando escribo: no disfruto. Lo paso mal, me trabo, no sé para dónde ir.
- ¿Y por qué pensás que tendrías que disfrutar? - le pregunto
- Bueno, la gente que escribe dice que lo pasa bien-.
En todo caso, pasarlo mal no es la regla, pero pasarlo bien tampoco: cada quien debería encontrar su método, el punto justo de su presión, encierro, asfixia o ausencia de todas esas cosas en el que la producción fluya mejor. Pero, yendo más allá, el punto es que no importa. Disfrutar o no disfrutar: no importa. Disfrutar no debería ser la aspiración de alguien que escribe. Uno escribe para ordenar el mundo, o para desordenarlo, o para entenderlo, o porque si no lo hace le da tos, o porque como decía Fogwill, «es más fácil que evitar la sensación de sinsentido de no hacerlo». Pero no escribe para disfrutar. Disfrutar es un verbo que se lleva mejor con otras actividades. A mí, me lo dije muchas veces, no me gusta escribir. Me gusta, a veces, el resultado”.
Margarita Álvarez nos invita a escribir algo muy cortito sobre la experiencia de escribir algo para la Sección Clínica de Barcelona, sobre lo que aprendimos del hecho mismo de aceptar hacerlo.
“Escribo por las mismas razones que leo, porque no me encuentro bien”, respondió Juan José Millás cuando le preguntaron por qué escribía.
¿Y por qué me encontré bien después de escribir? Porque a veces, al escribir construyo estacas, según la definición del diccionario de María Moliner: las estacas pueden parecerse a un palo grueso y fuerte clavado o fijo en cualquier sitio, para formar cimientos, para atar o sujetar algo en él. Lo aprendí al leer a Lacan en ese mismo capítulo: “Quiero que les quede como una estaca necesaria para la escalada que podremos intentar posteriormente”.
Escribo con el deseo de continuar camino.
Sin garantías de no desbarrancarme.
Claudia Rivas
Escribir un texto, por muy pequeño o sencillo que haya sido para la Sección Clínica de Barcelona, no ha sido algo que me haya resultado particularmente fácil. En cada ocasión, su elaboración, e incluso desde el momento de recibir la invitación, ha sido algo que he transcurrido más bien con cierta angustia.
Sin embargo, puedo decir que ha sido un ejercicio que me ha permitido ordenar y ceñir las ideas que en mi imaginación me aparecen bastante más accesibles que cuando intento transportarlas a un escrito. Parecería como si este movimiento que para mí tiene la escritura, un poquito de ir y volver, me permite ir recortando y tejiendo los elementos que encuentro centrales.
Supongo que el hecho de que sea un escrito para la SCB, es algo que también ha tenido su peso. Sea como fuera, ciertamente ha sido una experiencia que así, pasito a pasito, ha permitido irme acercando a la Escuela, en donde he de decir que, con todo y mis dificultades, siempre me he sentido bien acogida.
Por último, sólo quisiera agregar que también me parece un beneficio interesante el efecto que produce poder leerse a uno mismo, a lo largo del tiempo.
Lo escribiente
Rubén Touriño
Al hilo de mi aplazamiento al trabajo tras la invitación al mismo, me pregunté si se podría pensar la experiencia de la escritura orientada desde una posición analizante ante un no querer saber. Si en una sesión analítica fuera enunciado continúe hablando, ¿en la Sección Clínica se propondría continúe escribiendo? Diría que lo escribiente no va sin lo analizante. Asimismo, que la posibilidad de un trabajo de escritura no es sin un deseo cuyo rastro queda balizado, centelleando a veces, en su resultado.
Son esas balizas, que la escritura ha introducido alrededor del trabajo de algunas referencias bibliográficas, lo que ha podido ser tomado como un punto desde donde comenzar a horadarlas y así moverse un poco entre ellas. No era suficiente un trabajo de lectura; se hizo necesario un ejercicio de escritura. Solo así algo de lo inconmensurable que se presentaba en los textos pudo comenzar a ser transitado.
Tal vez al modo del agrimensor que, decidiendo dónde emplazar sus instrumentos de medida, se va moviendo por un terreno infinito, tratando de situarse frente a algo que siempre se escapa.
Escritura y ausencia
Trinidad Valente
¿Qué es la escritura para mí? Es una pregunta que me resulta muy difícil de poder responder pero tal vez cuando uno escribe, o la escritura en si misma, podría definirse a partir de eso que uno no sabe que está pero que de alguna forma se desliza, más allá del trazo sobre el papel. Freud, en El malestar en la cultura decía algo así como que la escritura es el lenguaje del ausente y, si bien para mi aún es un interrogante lo que eso significa, hay algo de eso que resuena una y otra vez. Como responsable de NODVS he aprendido que el estilo se deja entrever en esta singular ausencia y es algo que nos parece muy importante poder conservar en cada uno de los textos que nos llegan. Hay algo de la transmisión de cada texto que no se alcanzaría, creo, sin ese lenguaje del ausente.
Textos de clausura sobre la escritura
NODVS LXV, novembre de 2022