El ciclo de aforismos lacanianos nos permitió a muchos acercarnos, de manera acompañada, a la lectura de un Lacan acotado que se nos muestra cerrado, opaco y que sin embargo nos convoca.

Vicente Palomera define al aforismo Lacaniano como “una fórmula que implica el significado de todo un conjunto de enunciados”¹ y también como “un enunciado que abraza lo real”².

Entonces frente a un enunciado nos vimos en cada encuentro y hoy hemos sido convidados a dar cuenta de esa experiencia.

Se trató de un intento de transmisión de la enseñanza de Lacan bajo el eje del aforismo, partiendo de enunciados que de manera repetida nos encontramos en los distintos espacios de formación y lectura que transitamos. Estos fueron abordados de manera aislada con la promesa de develar un saber oculto en ellos.

Se parte entonces de un enunciado con valor enigmático que, al ser trabajado en el espacio de la Sección Clínica de Barcelona, toma el valor de una enunciación cuyo carácter cambia en relación al momento de la enseñanza de Lacan en el cual se la coloca. El saber que se presenta como opaco, al ser desplegado, comienza a tomar un brillo que se intensifica en la medida en que en la discusión, a través de preguntas o comentarios, hacen lazo con lo expuesto.

Retomando lo planteado por Gustavo Dessal³, en cada encuentro estos enunciados se presentan como S1 solos, significantes separados de la cadena, que comportan tanto un exceso de sentido como un vacío enigmático pero que, al pasar por el Otro presente en la SCB, adquieren el valor de un faro que guía para navegar las aguas lacanianas.

El efecto del encuentro de este S1 con el S2 de la sala es notorio y permite retirarse con la sensación, pasajera, de haber arrojado algo de luz al enigma oculto en el aforismo. Sin embargo el aforismo no falla al apuntar a un real que, al momento de cruzar el umbral hacía la calle, alejándose de la comunidad que vivificó esa enunciación, resuena en cada uno. De este saldo de saber opaco del encuentro, nos enfrentamos entonces a nuestra enunciación, efecto de una lectura propia que resuena.

El saber tambalea y el enigma vuelve a florecer en el malentendido que favorece el aforismo. Sin embargo el viraje hacia el saber ya se produjo, incluyendo el tropiezo justo en el umbral para que algo del propio deseo pueda aparecer. Bajo el carácter de este hallazgo en lo que trastabilla nos vemos convocados a cruzar nuevamente la puerta de la Sección Clínica de Barcelona para transitar la distancia que nos lleva del S1 al S2.

Retomo entonces las dos dimensiones de la interpretación en la lectura, que Mario Izcovich⁴ nos mencionó en este ciclo.

En la lectura de cada aforismo nos encontramos por un lado, frente a una interpretación de un enunciado que implica la posibilidad de compartir un saber entre muchos; por otro lado, frente a la dimensión del efecto de interpretación del aforismo que resuena y difiere en cada sujeto.

Es en esta segunda dimensión que puedo dar cuenta de los efectos de esta experiencia en tanto, si bien el saber oculto en los aforismos se mantiene en su opacidad, el hallazgo inédito en mi fue el encuentro con aquello convocante de este ciclo que me lleva a querer compartirles esta experiencia.